domingo, 20 de septiembre de 2020

SUIZA

  UNA SEMANA EN SUIZA

Era la última semana de junio del verano pasado. Y como ya habíamos hecho el verano anterior, la íbamos a pasar en el extranjero, en este caso en Suiza. Nos íbamos a la aventura , porque en este caso no dormiríamos en hoteles sino en una autocaravana.




Es una caravana integral, lo que significa que está hecha de una sola pieza, no como las capuchinas o perfiladas que están montadas sobre un chasis. 

Todo el primer día lo pasamos en la carretera, solo parábamos para comer, cruzamos toda Francia, y cenamos junto a una central nuclear, que si os digo la verdad me daba un poco de repelús. Y no paraba de pensar en si algo podía ocurrir. lo bueno es que continuamos nuestro camino. Mi padre se empeñó en continuar hasta el punto elegido, aunque pasamos por unas cuantas áreas de servicio. A las dos de la mañana llegamos y nos fuimos a la cama.

A la mañana siguiente reemprendimos nuestro camino, ya que nos quedaba poco para llegar a la frontera. A decir verdad, no nos dimos cuenta al pasar la frontera, porque no había ninguna señalización. Antes de pasarla  compramos en un supermercado fruta y un queso típico de allí, el Reblochon de Saboya y aprovechamos a felicitar a mi abuelo por su cumpleaños. 

Cuando la pasamos, nos dirigimos a Neuchatel, donde paramos cerca del recinto ferial, y un hombre muy majo nos dejó un cartel que nos dejaba una hora y media   sin tener que pagar. Lo primero que hicimos fue callejear hasta llegar a la parte  alta, donde se encontraban el castillo, la iglesia colegial y la Tour des Prisons. 

Castillo







Iglesia Colegial


Tour des Prisons


El Castillo no se podía visitar porque ahora lo utilizaban como oficinas de la administración. Pero en su tejado se podían ver los escudos de los doce cantones suizos. Era una maravilla porque todo estaba alrededor de un patio y era muy imponente.


Junto a él se encontraba la Iglesia Colegial, que era de estilo gótico temprano, lo que más me llamó la atención fueron sus tejas de colores en el pórtico. En frente suyo se encontraba una estatua de Guillermo Farel, uno de los jefes en esa zona de la Reforma Protestante, ya que la Iglesia era protestante. Por dentro era increíble y muy ornamentada.


Por la tarde nos marchamos a Friburgo, una ciudad que estaba muy cerca, pero el problema era que había que dejar el coche abajo y teníamos que subir un montón de escaleras hasta llegar a la ciudad en sí.


Cuando llegamos arriba, nos dedicamos a callejear, y como eran los días de la ola de calor  sentamos enfrente de la Universidad a tomárnoslo. Estaba muy bueno y en esos días venía como agua de mayo. Después de callejear durante algo más de rato nos dirigimos a Berna, la capital , donde pasamos la noche. El lugar donde dormimos estaba justo en el barrio diplomático y en cada esquina había una embajada. Justo a nuestro lado se encontraba la de Guatemala. Tengo que decir que esa noche me sentí muy segura.


A la mañana siguiente decidimos no visitar Berna y continuar nuestro viaje a Interlaken, llamado así por estar situado entre dos lagos. Su mayor atracción era un sitio llamado Harder Kulm, que es un  mirador que se encuentra en la cima de la montaña y se sube por un funicular.



Las vistas eran impresionantes aunque la subida en el funicular daba un poco de miedo, porque tenía mucha inclinación. Se veían los Alpes y un montón de  montañas cuyo nombre no conozco.

Cuando bajamos, fuimos a comprar a un supermercado y compramos el famoso chocolate suizo y descansamos en el camping que allí había. Por la noche dimos un paseo y me impresionó la cantidad de mujeres que llevaban burka.


La mañana siguiente reemprendimos nuestro viaje y en esta ocasión nuestro destino fue Lucerna. una ciudad muy antigua donde su casco medieval estaba muy bien conservado. Y visitamos una escultura de un león que representa los guardias suizos muertos durante el saqueo de Roma por parte de las tropas de Carlos V.



Después subimos a las murallas, y las recorrimos. Justamente  cuando llegamos a la torre del reloj dieron las doce de lleno en nuestro oído, fue una experiencia algo desagradable. Pero aún así fue interesante ver de primera mano el accionamiento de los engranajes del reloj. Y nos quedamos un poco sordos. 



Tanto al ir como al volver cruzamos unos puentes de madera medievales en los que había pintados sobre la madera imágenes de la historia de Suiza, eran preciosos y además estaban decorados con jarrones de flores colgantes. Que se encuentran sobre el río Reuss, que desemboca en el lago de los Cuatro Cantones que se encuentra justo al lado de la ciudad.



Tras toda la mañana visitando la ciudad, volvimos al camping, allí al lado se encontraba un museo sobre el espacio, que a mi me hubiera gustado visitar, pero a mi hermana le parecía aburrido  así que nos decantamos por otra opción que fue ir a una piscina que se encontraba al lado del camping. Ya que hacia mucho calor. Nuestra sorpresa fue grande cuando nos dijeron que además de meternos en la piscina nos podíamos meter en el lago. Había una barrera que separaba la parte que cubría poco de la que no. Y nosotros nos decidimos a ir a una balsa que estaba  en la zona que cubría. Era complicado nadar y también, lo confieso, tenía miedo de que un pez me mordiera. Cuando estábamos en la balsa me tiré en bomba y toque fondo, literalmente, debía haber algo de altura porque me costó llegar a la superficie. Y después de un rato volvimos al camping.


Al día siguiente nos marchamos a las cataratas del Rhin, que se encuentran en la frontera entre Alemania y Suiza. Lo primero que hicimos fue subir a una roca que se encontraba sobre las cataratas y que tenía unas vistas privilegiadas. Y después nos subimos a un barco que nos acercó hasta las cataratas, una experiencia inolvidable.



Después de esto nos marchamos y pasamos el resto del día en Alemania, allí nos ocurrió una de las mejores anécdotas de todo el viaje. Nos confundimos dos veces con el agua  y la cogimos con burbujas, pero a la tercera lo conseguimos. Puedo dar fe de que todavía hoy nos queda casi un pack entero. 

Ese fue uno de los peores días, ya que el calor era insoportable, y lo pasamos en las tiendas del pueblo donde dormimos, ya que cada vez que salíamos era como entrar en una sauna.

A la mañana siguiente (nuestro ultimo día en Suiza) nos dirigimos al Castillo de Chillon, uno de los más conocidos de toda Suiza, que se encuentra a orillas del lago Lemán. Era un castillo enorme y precioso con un montón de estancias, pasadizos y mazmorras. Allí decían que se habían hospedado personajes históricos como Alejandro Dumas, que allí se inspiró para uno de sus libros, y la emperatriz Sisí.






Tras ello emprendimos el camino de vuelta a casa, y sin querer nos metimos por el centro de Zúrich, cuyo tráfico es horroroso. Cuando salimos de Suiza, la temperatura empezó a subir, y llegamos al camping sudando, menos mal que había una piscina porque sino, habría sido complicado aguantar el calor.

A la mañana siguiente reemprendimos el camino y ya por la noche llegamos a casa. Fueron unas vacaciones inolvidables.


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